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35 years old and up
2000 to 5000 words
Spanish
Story Content
El gris amanecer se filtraba entre las pesadas cortinas del castillo, pintando con sombras el rostro de la Duquesa Rowena. Sus ojos, fríos y calculadores, reflejaban la ambición que la consumía. Soñaba con ser Reina, no una simple prima del Rey Randolph.
Randolph, su bondadoso pero ingenuo primo, no sospechaba de las oscuras intenciones que se escondían tras la servil sonrisa de Rowena. Creyendo que sus hijas necesitaban disciplina y elegancia, la había llamado para que les enseñara modales de Reina.
Las doce princesas, alegres y amantes del bailar, no encajaban en el molde que Rowena pretendía imponerles. La Duquesa, con crueldad, confiscó sus pertenencias, las vistió con ropas grises y apagadas, y las sometió a un riguroso entrenamiento. Todo mientras, secretamente, envenenaba al Rey.
Una noche, mientras observaba a las princesas practicar sus pasos de baile a escondidas, Rowena sintió una punzada de envidia. Ella, que siempre había deseado el poder, nunca había sabido disfrutar de la alegría y la libertad que emanaban las jóvenes.
“Bailar es una frivolidad inaceptable para una Reina,” se repetía Rowena, intentando acallar la voz interior que le recordaba su propia infelicidad. Decidió redoblar sus esfuerzos para doblegar la voluntad de las princesas.
Pero Genevieve, la mayor y más perspicaz de las hermanas, sospechaba de Rowena. Intentó advertir a su padre, pero la Duquesa, con astucia, se ganó la confianza del Rey, pintando a Genevieve como una hija rebelde.
Un día, Brutus, el mono mascota de Rowena, encontró unos zapatos de bailar desgastados en la habitación de las princesas. La Duquesa, furiosa, acusó a las jóvenes de reunirse en secreto con pretendientes. Temía que el matrimonio de una de ellas la privara de la corona.
Para mantener a las princesas bajo control, Rowena ordenó a Desmond, su leal lacayo, vigilar la habitación de las muchachas por la noche. Pero las princesas, gracias a un pasadizo secreto, escapaban para bailar en un mágico pabellón.
Rowena, descubriendo el secreto de las princesas, ideó un plan para atraparlas. Ordenó destruir el pasadizo, dejando a las jóvenes aisladas en el pabellón mágico. Luego, mintió al Rey, diciéndole que sus hijas habían huido.
Con Randolph debilitado y las princesas aparentemente desaparecidas, Rowena se coronó Reina interina. El poder, al fin, estaba en sus manos. Pero la victoria le sabía amarga. El castillo, antes lleno de vida y risas, se había convertido en una jaula gris y silenciosa.
Una noche, Genevieve y su amado Derek regresaron al castillo. Rowena, desesperada por aferrarse al trono, intentó usar flores mágicas para defenderse, pero sus planes se vieron frustrados.
En un último acto de maldad, Rowena deseó que Genevieve bailara para siempre. Pero la joven princesa, con un abanico, invirtió el hechizo, condenando a la Duquesa a un baile eterno y frenético, acompañada por el torpe Desmond.
Mientras bailaban sin cesar, Rowena y Desmond fueron expulsados del castillo. Su ambición, convertida en una danza incontrolable, les seguiría como un eco perpetuo de su maldad. El reino recuperó su alegría y las princesas volvieron a bailar, esta vez con la Reina Isabella observando desde arriba, sonriendo en paz.
Ahora la duquesa Rowena recorre las aldeas y ciudades obligada a bailar sin cesar con un gris Desmond , mientras que cada que ella se mira en un espejo, ve la imagen de lo que pudo haber sido y que al final el poder la obligo a valsar por la eternidad.